Patrimonio Natural
volver a inicioUn paraíso en Sierra Mágina
En el año 1989 se crea el Espacio Protegido llamado Parque Natural de Sierra Mágina que se localiza dentro de los términos municipales de varios municipios de la Provincia de Jaén, entre ellos el de Pegalajar, concretamente ocupando unas 719 Has. Esta zona se caracteriza por su altitud, siendo el Pico Almadén con sus 2.036 m.s.n.m. unos de los puntos más altos de la provincia de Jaén. Es de destacar la presencia de águila real y de halcón peregrino en esta zona, y la gran masa forestal de encinares, arces, majuelos y quejigos que forman bosques muy bien conservados.
También dentro del término municipal de Pegalajar se localizan las llamadas Estribaciones del Parque Natural de Sierra Mágina, que son masas forestales con figuras oficiales de protección.
La Comarca de Sierra Mágina
El extremo oriental del término municipal de Pegalajar pertenece al Parque Natural de Sierra Mágina, que cuenta con una superficie de 19.900 Has, correspondientes a la zona del macizo montañoso central de la Comarca de Sierra Mágina.
El pico Mágina, con 2.167m, es la cota más alta de la provincia de Jaén y la más baja se sitúa en 600m en las zonas de campiña de la Depresión del Guadalquivir.
El Parque Natural es un gran atractivo de Pegalajar tanto por su belleza natural como por su interés histórico. El Cerrillo de las Mentiras o Entredichos, conocido popularmente como el «Entraícho», se encuentra a los pies del Almadén, entre 1.200 y 1.500 metros de altitud, y a unos 12 km. de distancia por carril de los núcleos urbanos más cercanos (Pegalajar, Mancha Real y Torres).
Está ubicado en pleno Parque Natural de Sierra Mágina, un lugar que en gran parte ha conservado su vegetación autóctona, en el que predomina el bosque de encinas y quejigos, no faltando algunas especies arbóreas escasas en el parque, como el tejo. Presenta también una rica fauna asociada: águila real, cabra hispánica, paloma torcaz, bubilla, jineta, tejón, jabalí, conejo…
Esta especial orografía da como resultado una riqueza y diversidad paisajística unida a otros factores como la representatividad de sus ecosistemas o la singularidad de su flora y fauna, dando lugar a la declaración en 1989 del Parque Natural de Sierra Mágina. Con más de 1.290 especies vegetales catalogadas que se distribuyen en pisos en función de la altitud, algunas de ellas endémicas y restringidas a este macizo. En sus cumbres se encuentran también las mayores poblaciones del mundo de Arenaria alfacarensis, Crepis granatensis y Lithoda nítida. Además posee, una gran riqueza faunística, habiéndose catalogado al menos 240 especies de vertebrados, la mayoría de ellas protegidas por legislación de ámbito europeo, nacional o regional; encontrándose algunas en peligro de extinción (cabra montés, lince ibérico, águila pescadora, avetoro, fumeral común). Entre las 185 especies de aves que residen de forma permanente o estacional en elterritorio cabe destacar rapaces como las águilas real y perdicera, el halcón peregrino, el cernícalo primilla y el búho real, además de otras aves como la garza imperial, el martinete, el ánade real, el pato colorado, el calamón, la aboceta, la tórtola común. A las aves le siguen en abundancia los mamíferos con 27 especies, entre las que podemos citar el jabalí, el muflón,el zorro, la comadreja y el ciervo, sin olvidar especies domésticas en peligro de extinción como la cabra blanca andaluza y la oveja montesina u ojinegra. Se han catalogado también 25 especies de reptiles y anfibios; entre ellos destaca el sapo partero bético y el sapo corredor, el lagarto ocelado y las culebras viperina, bastarda y de escalera.
El Parque Natural, cómo núcleo y espacio privilegiado de la comarca de Sierra Mágina, resulta idóneo para el conocimiento del medio natural y para la práctica de deportes de bajo impacto en contacto con la naturaleza.
Aldea de la Cerradura
El nombre de La Cerradura hace alusión, sin duda, al estrechamiento producido por los macizos montañosos, anteriormente citados, en el lugar conocido como Venta del Gallo, flanqueado por el peñón de los “Tres Quesos” y los picachos de las «orejas del cerdo».
El nombre de La Cerradura hace alusión, sin duda, al estrechamiento producido por los macizos montañosos, anteriormente citados, en el lugar conocido como Venta del Gallo, flanqueado por el peñón de los “Tres Quesos” y los picachos de las «orejas del cerdo».
Su privilegiada situación, paso obligado de camino, y la fertilidad de sus tierras, regadas por las aguas del Guadalbullón, constituyen los ejes primarios sobre los que discurre la historia de la aldea y han hecho, sin duda, que estas tierras estuvieran pobladas desde la antigüedad, como lo atestiguan los numerosos restos arqueológicos aparecidos.
Es, sin embargo, es a mediados del siglo XIX, cuando podemos hablar del nacimiento definitivo de la actual aldea; por aquellos años de 1850 ya existían: La Casa Parras, La Casería del Peral, La Casa de las Ventanas, La Torre, El Molino del Zarzalejo, La Venta de Padilla, La Venta El Chaval, La Casilla de Almagro, La Casa Nueva, La Ermita de Santa Cruz, un molino harinero y varias chozas de huerta.
Si a este germen de aldea le adjuntamos la desamortización de los bienes propios, la roturación de las sierras colindantes y la construcción del Camino Real de Madrid a Granada en época de Isabel II, todo ello nos da como resultado un fuerte crecimiento demográfico, que se tradujo en un crecimiento urbano en torno a la carretera y el crecimiento de un barrio, en El Cerrillo. En el año 1930 se podían contabilizar 75 edificios y algo más de 350 habitantes, llegando a más de 500 en la década de los años 50.
Actualmente con el nombre de La Cerradura se denomina a la única aldea dependiente del núcleo de Pegalajar. Está situada en el fondo de un pequeño valle abierto por el río Guadalbullón, que atraviesa la autovía Bailén-Granada. Desde la antigüedad ha tenido un importante valor estratégico por haber sido una de las principales vías de paso entre el Alto Guadalquivir y el Surco Intrabético, como así lo atestiguan los miliarios romanos descubiertos.
La Cerradura, se encuentra ubicada al sur de Jaén, a unos 20 kilómetros por la antigua Nacional 323 Bailen-Motril, y entre los múltiples atractivos que ofrece al visitante cabe destacar su gastronomía, basada en platos típicos de la zona que se pueden degustar en las terrazas o salones de sus Bares-Restaurantes, agradeciendo especialmente en verano su especial climatología con unos grados más bajos que en las poblaciones limítrofes y capital, tal vez como generoso obsequio de su chopos y álamos junto a los márgenes de las aguas del río Guadalbullón que al igual que la carretera vienen a discurrir por el centro de la población.
Ofrece además al viajero, la oportunidad de visitarla sin alterar su ruta, ya que su privilegiado enclave permite acceder por una de las salidas de la autovía e incorporarse posteriormente a la misma por la siguiente sin necesidad de retroceder en su camino.
Atalayas y castillos diseminados por la orografía recuerdan como primera línea de la que fue ultima frontera hispano-musulmana. Junto a ellos, visita obligada al visitante de “La Cerradura” es el Centro de Interpretación de la Caminería.
Consideramos todas ellas razones para en su próximo viaje, contemplar la opción de visitarnos o pasar unos días entre nosotros… y si su proximidad se lo permite, disfrutar cualquier día del fin de semana de una visita a nuestra Atalaya de la Cabeza, la ermita, gastronomía, y llevarse a casa el oro liquido de esta comarca, nuestra mejor tarjeta de presentación.
Cuevas de Pegalajar
Las Cuevas de los Majuelos y Aro, están situadas al Norte de la población, junto a la carretera JV-3241 que comunica Pegalajar con Mancha Real, a escasos 500 metros del manantial de la Fuente de la Reja. Ambas cavidades de propiedad privada, distan poco más de 200 metros entre sí.
Ambas cavidades están formadas en los afloramientos de formaciones calcáreas del Cretácico Superior (El Cretácico Superior, es una división de la escala temporal geológica. Esta época se extendió desde 99,6 hasta 65,5 millones de años atrás).
Mucho tiempo después, en el periodo Messiniense, última edad o piso de la época o serie Mioceno, hace entre 7,2 y 5,3 Ma (millones de años atrás), comienza la regresión marina permitiendo la emersión del relieve calcáreo Prebético, dando inicio su erosión. En este periodo, y en esta zona, el borde de marino se sitúa en la ladera norte de la Serrezuela de Pegalajar.
La Cueva de los Majuelos, ha sido acondicionada como restaurante. Está formada por una única sala de grandes dimensiones; entorno a los 700 m2, formada por una gran bóveda de 20 metros de altura, con una pequeña abertura en el centro a modo de chimenea.
La Cueva de Aro
Descubierta y acondicionada para los visitantes, por su propietario Antonio Ruiz Ortega (sus iniciales le dan su nombre), en torno a los años 70, fue excavada artificialmente para facilitar su acceso. Tiene un desarrollo de 100 metros de recorrido prácticamente horizontal, y una planta de poco más de 200 m2, con pequeñas salas en las que sobresale una gran profusión de estalactitas, estalagmitas y discos de fractura, formadas por calcitas flotantes. Allí la naturaleza, a lo largo de los milenios, ha creado un mundo extraño para ser admirado por la pupila humana, siendo uno de los rincones mágicos más sobresalientes de Sierra Mágina. Ambas cuevas situadas a escasos metros del manantial de la Fuente de la Reja, no presentan galerías con morfologías freáticas, es decir no mantienen ninguna relación con el acuífero de la Fuente de la Reja.
En ella aparecieron restos de cerámica bruñida con mamelones, gran cantidad de lascas de devaste sin trabajar, elementos de sílex cuchillos, y raederas, junto con elementos hechos en piedra pulimentada como hachas y pequeñas azuelas La escasez de material metálico (cobre) contrasta con la gran abundancia de material lítico. La existencia de restos humanos junto con los elementos líticos y cerámicos induce a pensar que pudo tratarse de un enterramiento en cueva.
Es posible que en un primer momento de ocupación, la Cueva de Aro fuese utilizada como lugar de hábitat y trabajo, de ahí el material de desecho de sílex, y en una fase posterior de ocupación su uso fue completamente diferente, como espacio funerario colectivo; este último uso como espacio funerario, podría corresponder a un momento entre finales de la Edad del Cobre y principios del Segundo Milenio a.n.e.
Las cuevas de la Serrezuela
Fueron excavadas en la dura arcilla de las faldas de la sierra. Ello se vio favorecido por el aumento de la población que se produce en el siglo XVI, la presencia de un clima generalmente con escasa pluviometría; la impermeabilidad del terreno; y acusada la pobreza de gran parte de la población.
Forman un cinturón que se extiende por la parte alta de la población, en la falda de la Serrezuela, en los barrios del Romeral, Cuevas de la Fuente y Chorreadero. Comenzaron en el Romeral, con una utilización masiva a partir del siglo XVIII, coincidiendo con el aumento de la población. En 1838 existían ya 85 cuevas habitadas. Y en 1951, más de doscientas familias vivían en cuevas. A partir de 1963 fueron abandonadas.
Hoy día, se han rehabilitando algunas de ellas por iniciativa privada, buscando recuperar tanto éstas como el paisaje circundante como muestra de una cultura peculiar que durante siglos formó parte de la población, dedicándolas a turismo rural.
La Serrezuela de Pegalajar